Discusión sobre la teoría del valor con los libertarios argentinos:

En las últimas semanas he estado discutiendo con varios libertarios argentinos (por medio de un amigo en común) sobre las teorías del valor, además de saludarlos cariñosamente, he decidido publicar este texto, que pretende desmontar la teoría subjetivista del valor, planteada por Ludwig Von Mises, la cual es de gran aceptación en el mundo libertario.

Introducción:

Quisiera comenzar este texto recordándole a nuestros amigos libertarios que las teorías del valor en la historia humana son MÚLTIPLES, y no todo se reduce a la teoría marxista del valor trabajo y la teoría subjetivista de Mises, existen diferencias entre la teoría del valor del mismo Mises y su antecesor Menger, diferencias entre el marginalismo de Menger y Jevons, diferencias entre las teorías de valor trabajo de Smith, Owens, Rodbertus y Marx, además de existir teorías intrínsecas que no toman en consideración el factor “trabajo”, con esto me refiero a las teorías basadas en la equivalencia de intercambios de Aristóteles que establecen la raíz del valor en la esencia natural de los bienes y no en el trabajo requerido para producirlos; en resumen: hay teorías del valor subjetivistas, objetivistas, escencialistas, laboristas y un largo ETC.

La teoría del valor propuesta por este servidor se puede considerar en la familia de teorías del “Marginalismo objetivista”, compartiendo características fundamentales con lo propuesto por Menger, Jevons, Ayn Rand, y muchos exponentes de la escuela de Salamanca, que adhieren al marginalismo con características objetivas, no negando, por cierto, que dentro de las múltiples variables causales que dan lugar al valor, existan algunas (limitadas) que sean de carácter estrictamente subjetivo.

A partir de ahora estableceremos una serie de criterios para dejar claro mi punto, el orden de los criterios será el siguiente: 1.- objetividad y subjetividad, 2.- valor de uso (utilidad), 3.- fines y medios, 4.- valor económico (precio/coste), y finalmente una conclusión.

1.- Objetividad y subjetividad:

Para comenzar debemos establecer las diferencias entre sujeto y objeto, mediante esta diferenciación podemos establecer cuáles son las condiciones objetivas y cuales las subjetivas que participan, tanto en el desarrollo del valor económico (precio), como en el desarrollo del valor real (utilidad).

Entendemos la subjetividad como todo aquello que responde únicamente a la imaginación, voluntad, deseo o capricho del sujeto; identificamos como objetividad todo lo relativo a los objetos, es decir, aquellas formas de ser dotadas de substancia, en el caso de este mundo natural, la substancia es básicamente la materia y la energía; en el caso del mundo sobrenatural, la substancia refiere al espíritu.

Entendemos entonces que el ser humano no actúa en el mundo únicamente como sujeto, también interactúa con el mundo en tanto objeto, dado que su subjetividad habita un cuerpo material de unas características definidas. A esto en Capitalismo Revolucionario lo denominamos “condición de sujeto objetivo” o sea, un sujeto dotado de substancia.

2.- Valor de uso:

Dado que tanto la teoría de mis adversarios como la mía parte de la revolución marginalista, no me desgastaré explicando ésta misma, sino que explicaré como el marginalismo se sustenta en condiciones fundamentalmente objetivas y que el factor subjetivo es menor o residual.

Lo primero evidenciar que, en tanto sujeto objetivo, no todo lo que tenga relación con el sujeto es necesariamente subjetivo, en tanto el sujeto es también objeto, muchas de las cosas que lo afectan directamente lo hacen de forma objetiva; y es desde este punto de partida que quiero volver al clásico ejemplo mengeriano que da lugar al comienzo de la revolución marginalista:

Con Menger la reflexión comienza con un ser humano que está perdido en el desierto, este sujeto se encuentra en unas condiciones objetivas muy precarias, efectivamente, si no hidrata (agua, objeto) su cuerpo (carne, huesos, objeto) morirá prontamente. La verdad de que necesitamos beber agua para seguir vivos es evidente hasta para el más primitivo de los sujetos, por lo que asumimos que nuestro desgraciado amigo sabe (no lo “cree” subjetivamente, en tanto no es imaginación, deseo, capricho, etc..) que debe consumir agua; y el saber es relativo al objeto, en tanto consideramos una verdad a la concordancia entre las cosas y la mente (adecuatio rei et intelectum), por lo que un conocimiento cierto no reviste características de subjetividad sino de verdad y por lo tanto de objetividad.

Pero sigamos con nuestro querido y desgraciado amigo, la pregunta que realiza Menger es ¿Cuánto vale(dadas las condiciones objetivas previamente descritas) para este desgraciado, un vaso de agua? Y la respuesta es obvia, cualquier persona puesta en dicha situación daría todos los bienes de los que dispone a cambio de unos minutos extra de vida, esta valoración extrema y fácil de imaginar nos demuestra que cada bien expresa un valor determinado cuando se relaciona con un sujeto determinado y la palabra clave aquí es “determinado”; no es un entorno aleatorio ni un extraterrestre lo que definen el valor de ese vaso de agua en “todos los bienes de los se disponga”, es un sujeto objetivo que pertenece a una especie que requiere de hidratación para sobrevivir y un entorno objetivo en el cual no existen fuentes de agua.

La constatación de la objetividad del valor está en el hecho de que nuestro desgraciado no valora un vaso de wishkey o una televisión satelital, lo que valora es precisamente agua, en tanto el sujeto pondera (en su valoración) sus condiciones objetivas, las del entorno y su naturaleza objetiva como ser biológico.

Si el desgraciado encuentra alguien que intercambie con él un vaso de agua a cambio de todas sus pertenencias, descubriremos que la valoración del sujeto (ya no tan desgraciado) fue acertada, en tanto el agua era exacta y precisamente lo que necesitaba, esta valoración correcta le permite seguir viviendo, cuando su vida deja de estar en riesgo directo, cada nueva porción de agua va perdiendo su valor atendiendo al cambio de las condiciones objetivas del sujeto.

Esta idea de valoración acertada implica que podría haber existido una valoración equivocada, otro sujeto en la misma situación podría desear una botella de cerveza, y creer (erróneamente) que eso es lo que corresponde ingerir en ese momento, este sujeto puede ignorar el agua dándole una valoración nula y favorecer la cerveza para el intercambio, en este ejemplo, la muerte próxima y cierta de nuestro sujeto nos demuestra que su valoración ha sido equivocada, no ha ponderado adecuadamente (por desconocimiento o falta de cordura) sus condiciones objetivas, lo cual lo lleva a la muerte.

Si la valoración está afecta de ser correcta o equivocada, debemos entenderla como un acto de medir, estimar, o intentar definir algo que no se encuentra sometido a los caprichos o deseos del sujeto, sino algo que esta fuera de su control, y que, el no estimarla correctamente puede ser fatal.

A esta forma de valor lo llamaos “valor real” y responde a la utilidad concreta y objetiva de los bienes en relación con los fines de los seres humanos, de los que hablaremos más adelante.

3.-Medios y fines, las locuras de Mises:

El gran creador de la idea de que el valor es “subjetivo” en un sentido metafísico es Ludwig Von Mises, quien, en su doctrina, miente descaradamente; nos dice que su teoría es ciencia libre de juicios de valor, logrando engañar a muchos incautos, pero, en la práctica lo que se transmite es una versión economicista de la ética y la metafísica kantiana.

Mises nos dice que el ser humano tiene fines, fines que de acuerdo a Mises serian creados e imaginados en la mente de cada sujeto, fines que requieren medios, medios que tienen utilidad. O sea, para Mises solo los fines tienen valor, los medios no. ¿Por qué? porque es mucho más fácil para él decir que el valor es un producto de la mente humana si es que se aplica solo a las intenciones, las cuales, sin duda habitan la mente humana, aun y cuando, probaremos más adelante, que independiente de estar los fines contenidos en nuestra mente, su valor es, también, mayormente objetivo.

Sabemos que nadie, además de sus discípulos, acepta esta idea de que sólo los fines tienen valor, la verdad es que casi todas las personas utilizan la palabra valor (incluyendo la gran mayoría de filósofos y teóricos de la economía) para referirse, no sólo a fines, sino también a medios e incluso a bienes desprovistos de utilidad (valor sentimental, el cual también es objetivo); incluso se utiliza la palabra “valor” para referir a personas (naturales o jurídicas), no siendo las personas medios ni fines para otros sino fines en si mismas como creaturas de Dios.

Habiendo ya desmontado la idea de que el valor aplica solo a los fines y no a los medios; es importante establecer, si, el valor de los fines es, subjetivo u objetivo. En esta situación volvemos a atender a la naturaleza humana, siendo una creatura biológica de unas características específicas creada por Dios con unos fines trascendentes específicos, podemos asumir que los seres humanos comparten una serie de fines que son propios de su naturaleza como especie, lo sepan o no, sus fines básicos en tanto seres vivos son: nacer, crecer, alimentarse, excretar, mantenerse con vida y reproducirse, esto implica una serie de fines subsecuentes; la consecución de refugio, alimento, medios apropiados para disponer de los desechos, mantenerse sanos y fuertes, protegerse de las amenazas, conseguir vestimenta y abrigo, y formar familia. Podemos decir entonces que parte importante de los fines humanos están predispuestos por su especie, quedando solo unos pocos fines, de unos pocos afortunados (que tienen satisfechas de forma segura las necesidades objetivas anteriormente descritas) los que pueden tener fines (más o menos) “subjetivos”. Esto esta aún más limitado por la condición de creatura de Dios que todos los seres humanos compartimos, esto nos muestra otros fines cuyo valor es objetivo: ayuno, oración, fe, limosna, sacramentos varios y otros mandatos divinos, abundan en más fines de valor objetivo. ¿a qué nos referimos con que estos fines tienen valor objetivo? Nos referimos precisamente a que la consecución de esos fines es necesario objetivamente en la vida del ser humano, así, quien no persiga estos fines y persiga otros, es afecto tanto a la muerte terrenal como a la muerte eterna (infierno)

Podemos, si se quiere, establecer que los fines de valor supuestamente subjetivo (distintos de los descritos anteriormente) también se pueden valorar objetivamente, en tanto algunos son mejores o peores, buenos o malos, en relación con los dos fines primarios, los cuales son: la vida terrenal (como ser biológico) y la vida eterna (como hijo de Dios); así, cualquier fin que se persiga puede ser valorado objetivamente con los parámetros anteriormente descritos.

4.-Valor económico y objetividad:

El valor económico representa el coste monetario de cada uno de los bienes y servicios ofertados en el mercado, este coste deviene en precio cuando un intercambio es realizado, siendo el precio una relación histórica de intercambio que refleja, como propiedad, una información a ser percibida y utilizada por otros actores económicos; pero ¿de dónde viene el precio? Diversas teorías plantean que el precio vendría dado por los costes, la utilidad objetiva o la cantidad de trabajo de los bienes, pero, desde la revolución marginalista, sabemos que los precios reflejan la escasez relativa de los bienes ofertados en el mercado, cuando esta disponibilidad se encuentra con la demanda.

El precio se expresa normalmente en unidades monetarias, estas puestas en relación con un bien determinado, por ejemplo: «$500.000 x guitarra eléctrica», esto nos dice que la relación entre unidades monetarias disponibles para ser gastadas en guitarras eléctricas y la cantidad existente de guitarras eléctricas (de la misma marca, modelo y calidad) es de 500.000 a 1.

Es una locura plantear que esa relación de intercambio es meramente el producto de los caprichos subjetivos de los sujetos, dado que es una relación objetiva que representa la escasez relativa del bien en cuestión.

Pueden los subjetivistas decir (y lo dicen), que esta escasez relativa esta dada por las valoraciones subjetivas del agregado de sujetos de la sociedad, y eso es cierto, pero eso no implica que el valor en si sea subjetivo sino que el acto de valorar lo realiza el sujeto, esa valoración, si bien subjetiva, es el intento (consciente o no, honesto o no) , de estimar el valor, pudiendo, por lo tanto, equivocarse.

Conclusión:

Como hemos demostrado en este texto, tanto el valor de uso (utilidad) como el valor del fin, como el valor económico (coste/precio) son cualidades OBJETIVAS, las cuales no operan a voluntad de los caprichos subjetivos de los sujetos, sino de acuerdo a las condiciones objetivas de los sujetos (las cuales son únicas para cada sujeto), recapitulando: la utilidad del bien para conseguir los fines del sujeto es un valor OBJETIVO, los fines que el sujeto pretende seguir tienen un valor objetivo y la escasez relativa de los bienes es una condición objetiva.